Tocar el sepulcro: Comprender el impacto psicológico de pérdida en “Nocturno III”

by Lianna Arcelay

decorative image: lit candles on dark water.

This review looks at José Asunción Silva’s poem “Nocturno III,” and particularly examines the question of the manner in which the individual responds to the loss of another in their life; the vacuum-like, and thereby precarious, state of depression; and the matter of how one contends with psychological pain. It must be noted that Silva’s piece carries the backdrop of his personal experience with loss – that is, the death of his sister – and that his poem therefore captures his response to said loss. The writer of this review particularly examines one verse of the poem, and suggests that the verse embodies that which the poetic voice – here, in similarity to Silva himself – feels toward the death of the individual who was significant in his life. The writer specifically argues that the distinct verse – “Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, era el frío de la nada” – encapsulates the psychological response of the poetic voice, embodying a fatalistic mindset, and thereby auguring the fall – the suicide – of the voice himself. This review calls attention to the significant question of the way in which one responds to, or makes sense of, a tragedy that occurs in their life: that is, how should one process psychological pain to enable release rather than consumption?

Keywords: loss, depression, pain, loneliness

En el poema “Nocturno III” (1892), José Asunción Silva nos da una visión sobre cómo el individuo procesa una tragedia – o específicamente en el trasfondo de la obra de Silva, la pérdida de otro. En Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica, la biografía de Silva dice, “Agobiado por [el suceso de la muerte], no pudo soportar más la neurosis que padecía desde adolescente y se suicidó” (202). De hecho, el título del poema de Silva posee un toque de ironía por la siguiente razón. El mundo exterior en el poema, el imaginario, captura la esencia de un nocturno, puesto que la voz poética pasea por un jardín en la noche al principio de la obra; pero el mundo interior de la voz, su mente, exhibe lo contrario. Este mundo está en el tumulto emocional mientras la voz intenta aceptar la ausencia del otro en su vida, siendo el otro la hermana de Silva (202). La obra de Silva delinea una triada en referencia al dolor personal que significa la pérdida de un ser querido, por lo que la pena psicológica, el procesamiento mental del sufrimiento, y el resultado de dicho procesamiento: en el caso de la voz poética y de Silva, el suicidio. Este análisis específicamente se concentra en solo un verso de “Nocturno III”, el cual captura el vacío del autor y la depresión que impregna la totalidad de la obra. Elijo este fragmento, ya que evidencia la pesadumbre con la que el poema está escrito, y porque sumerge al lector en lo más profundo de la psiquis y el sentir de quien narra.  

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Los versos cuarenta al caurenta y uno del poema ponen en palabras las sensaciones que deja una pérdida: “Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, era el frío de la nada…”. Aquí la voz poética hace referencia al momento en el que presiente la muerte de la persona de quien habal en apóstrofe a lo largo del poema, esto al afirmar que “Sentí frío; ¡era el frío que tenían en la alcoba tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas” (vv. 36-37). La cita captura especificamente el sentimiento que siente la voz poética con la pérdida del ser, con la soledad que se cierne sobre su vida y el espacio vacío que no se llena ni merma. Este sentimiento puede ser registrado con la descripción del alma al señalarse que está “llena de las infinitas amarguras y agonías de [la] muerte [de la otra], separado de [sí] misma” (vv. 26-27); en conjunto con la experiencia física del frío que enfatiza la desazón del alma producto de una pérdida. Aquí el frío no solo simboliza la muerte como es comúnmente vista, sino también la soledad. Es una referencia a la falta de la calidez humana que se traduce en la necesidad emocional del individuo. Esto además implica la importancia de la otra persona en la vida de la voz poética, sugiriendo que el poema en conjunto es una referencia a la muerte de la hermana de Silva y la manera en la que él procesó su pérdida (202).

Asimismo se destaca en los versos cuarenta y cuarenta y uno el uso de la elipsis después de la palabra “nada”. La existencia de la elipsis sugiere el momento de la muerte, o el suicidio, que la voz poética describe. Uno puede pensar que la elipsis augura la muerte, la cual se insinúa cuando la sombra de la otra persona – quien está muerta en este punto – “se acercó y marchó con [la sombra de la voz poética]” (v. 51), y en la noción de que las sombras se reúnen una vez más: “¡Oh las sombras enlazadas!” (v. 53). En este momento del poema tanto la voz poética como la persona a quien extraña están muertos, por lo que podemos considerar la elipsis como una transición entre la vida y la muerte.

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Además la frase “el frío de la nada” no solo alude a la soledad de la voz poética, sino también la depresión – particularmente en consideración de la palabra “nada” – que sufre por la pérdida de su hermana. El verso analizado, por su parte, da la falsa impresión de una hipérbole, en vez de esto, captura la sensación que posiblemente provoca su muerte, o suicidio. Otra evidencia de tristeza profunda se puede encontrar en los versos que acompañan la declaración de sentir “nada.” La voz pone énfasis en la idea de la soledad previo al momento en el cual él y la otra persona se reunen en la muerte. Él señala que su sombra “iba sola, iba sola ¡iba sola por la estepa solitaria!” (vv. 44-46). Esta vuelta emocional no solo simboliza la búsqueda de su hermana, sino también su desesperación por compañía. Él ve la muerte como un medio para acabar el dolor de la soledad, que se puede percibir en el vacío de “la nada” (v. 41).

Por último, es notable que la cita exhiba un clímax de una progresión descendente, moviendose de un reino de tangibilidad – “del sepulcro” – a la intangibilidad – “de la nada”. Esta progresión además implica el vacío en el cual se sume la voz poética luego de la pérdida de la otra persona. Así lo que se muestra a través de la situación emocional de la voz poética es principalmente la pena. Lo primordial en dicha situación se centra en cómo procesar una tragedia: es decir, cómo dar sentido al trastorno, y cómo seguir adelante para evitar sumergirnos en un vacío psicológicamente perjudicial.

Referencias bibliográficas

Asunción Silva, José. “Nocturno III”. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica, edited by Edward Friedman, Teresa Valdivieso, and Carmelo Virgillo, McGraw-Hill, 2012, 205-206.

 “José Asunción Silva”. Aproximaciones al estudio de la literatura hispánica, edited by Edward Friedman, Teresa Valdivieso, and Carmelo Virgillo, McGraw-Hill, 2012, 202.